martes, 11 de diciembre de 2018

Internet of the Smart Things

ILUSIONES Y FRUSTRACIONES

En los últimos tiempos un amplio abanico de tecnologías amenaza con trastocar nuestra sociedad.

Basta considerar el potencial de transformación de algunas de las más conocidas como la Realidad Extendida, la Robótica, Internet de las Cosas, los Drones, los Vehículos Autónomos o la Inteligencia Artificial.

Sin embargo, será la confluencia de algunas de ellas la que realmente produzca cambios significativos en nuestras vidas.

En particular, la combinación entre la Inteligencia Artificial, 5G e IoT creará una nueva Internet de las Cosas Inteligentes, un entorno en donde nos veremos rodeados de todo tipo de artilugios inteligentes que serán capaces de reconocernos, comprender su entorno y entender qué les estamos pidiendo.

Nuestra ciudad, nuestro lugar de trabajo, nuestro hogar se volverán inteligentes para ofrecernos una interacción más natural con las máquinas y una experiencia de usuario totalmente personalizada.

Dice Bill Gates que tendemos a sobrevalorar el efecto a corto plazo de las nuevas tecnologías mientras que infravaloramos su impacto a largo plazo en la sociedad. Este mismo efecto lo muestra Gartner con claridad en el informe sobre las tendencias tecnológicas (Gartner Hype Cycle) que publica cada año. En él, divide la evolución de una tecnología en 5 fases (perdonadme, pero pierden mucho en español):
  • Innovation Trigger,
  • Peak of Inflated Expectations
  • Trough of Desilumenent
  • Slope of Enlightenment
  • Plateau of Productivity 
En otras palabras: cada nueva tecnología viene dispuesta a cambiar el mundo, pero no tardamos en comprobar que no cumple con unas expectativas demasiado elevadas hasta que, finalmente, comprobamos cómo ilusiones y frustraciones acaban confluyendo en una realidad que, con el tiempo, conseguirá volver a asombrarnos.

Pensad lo que está ocurriendo con la Inteligencia Artificial. Un día nos levantamos atemorizados ante el desarrollo de una Skynet que, en el mejor de los casos, nos dejará a todos sin trabajo para, al día siguiente, descubrir que el más avanzado de los sistemas inteligentes actuales no llega a la suela de los zapatos del intelecto de la mosca de la fruta.

Así que antes de crear falsas expectativas, me vais a permitir que emprendamos un extraño viaje de ida y vuelta, el que ha experimentado la Inteligencia Artificial en la última década.

UN VIAJE DE IDA Y VUELTA

La Inteligencia Artificial nació a finales de los años 50 confinada en laboratorios de investigación y allí permaneció, aletargada durante décadas, incapaz de cumplir sus promesas.

Sin embargo, la aparición de un nuevo tipo de algoritmos, conocidos como Deep Learning, le permitió afrontar algunos de sus grandes retos como la comprensión del lenguaje natural o la visión artificial.

Poco más tarde, las Inteligencias Artificiales creadas por compañías como Google, Amazon o Microsoft se trasladaron a la nube en forma de Servicios Cognitivos, herramientas fácilmente integrables en cualquier aplicación para dotarla de cierta inteligencia

Los Servicios Cognitivos han democratizado la Inteligencia Artificial; unas pocas líneas de código bastan para dotar a nuestro móvil de capacidades tan asombrosas como el reconocimiento facial, la identificación de objetos, la comprensión del lenguaje, la síntesis de voz o la traducción automática (sí, me temo que nuestros hijos no van a necesitar aprender inglés).

Sin embargo, la nube impone una cierta latencia, un molesto retraso inherente a las comunicaciones que dificulta la interacción con las máquinas, impidiendo una experiencia completamente satisfactoria. Les pedimos algo y tenemos que esperar unos desesperantes segundos hasta que obtenemos una respuesta que no siempre responde a nuestras expectativas.

Para solucionar este problema se están desarrollando Chips Neuromórficos, procesadores diseñados específicamente para ejecutar de forma acelerada las redes neuronales que subyacen bajo los diferentes algoritmos de Inteligencia Artificial.

Si nuestro ordenador comenzó disfrutando de una CPU (Computing Process Unit) y aumentando su capacidad gráfica gracias a una GPU (Graphics Processing Unit), ahora se volverá inteligente apoyándose en las nuevas NPU (Neural Processing Unit).

Quizás no lo sepáis, pero prácticamente todos los móviles de nueva generación vienen acompañados de una NPU (iPhone 10, Huawey Mate 10, Samsung S9, etc) lo cual, además de justificar en parte a subida de precios del último año, les permite activarse automáticamente cuando reconocen a su dueño o poner a nuestra disposición asistentes virtuales que cada vez responden mejor a nuestras necesidades.

Sin embargo, estos procesadores especializados son extremadamente caros lo que les mantiene vedados para los dispositivos más modestos.

Afortunadamente, pronto dispondremos de conexiones 5G cuyo mayor ancho de banda y menor latencia (cercana al milisegundo) permitirá que la Inteligencia Artificial vuelva a trasladarse a la nube o, quizás algo más cerca, al "Edge", un lugar situado en el limbo justo entre nuestros dispositivos y la nube.

LA INTERNET DE LAS COSAS INTELIGENTES

Nacerá así una Internet de las Cosas Inteligentes en donde los más variopintos dispositivos estarán dotados de inteligencia hasta que, con el paso del tiempo, ninguno carezca de ella.

Estos dispositivos serán capaces de reconocer a su dueño, identificar los objetos que se encuentran en su entorno, comprender qué les pedimos en cualquier idioma, respondernos con una voz indistinguible de la del ser humano o tomar decisiones complejas.

Algunos de estos dispositivos serán inteligentes en sí mismos mientras que otros tendrán sus capacidades cognitivas alojadas en la nube, en el Edge o, con el tiempo, en la Niebla (The Fog) o en el Polvo (The Dust).

Entre las capacidades de estas Smart Things potenciadas por la Inteligencia Artificial podemos destacar:
  • Reconocimiento Facial
  • Reconocimiento por Voz
  • Compresión del Lenguaje Natural para conocer nuestras intenciones cuando les hablamos
  • Seguimiento de la conversación de varios usuarios
  • Síntesis de Voz indistinguible de la de un ser humano
  • Traducción Simultánea a cualquier idioma
  • Visión Artificial para reconocer objetos
El primer paso, como ya hemos comentado, lo han dado los móviles que, por cierto, por fin harán honor a su nombre anglosajón ("Smart Phones") y los Asistentes Domésticos como Google Home o el Echo de Amazon que pronto veremos integrados en algunos automóviles de gama alta. Pero no tardaremos en comprobar cómo el mercado se inunda de todo tipo de dispositivos inteligentes de uso cotidiano.

¿Que os parecía tener en casa una cafetera que supiera qué miembro de la familia le pide una bebida para ofrecerle automáticamente su preferida? ¿Y si fuera capaz de detectar que estamos agotados para aumentar la dosis de cafeína que nos proporciona o pedirles a unos altavoces inteligentes que seleccionen para nosotros una música relajante? ¿Qué tal una puerta capaz de reconocer a los miembros de la familia y amigos más cercanos para darles paso sin necesidad de molestarnos o unos cascos capaces de traducir de forma automática cualquier idioma?

Si nuestros hijos se extrañan ante una pantalla que no pueden tocar, nuestros nietos no comprenderán una máquina con la que no puedan hablar.

LA GRAN PREGUNTA

Acostumbro a dar conferencias sobre este tema y todas, de forma indefectible, concluyen con las misma pregunta: ¿qué pasará con nuestra privacidad cuando nos veamos rodeados por cientos de cámaras y micrófonos?

Sólo hay una respuesta posible: el avance de la tecnología es imparable y las comodidades que nos ofrecerán estos dispositivos inteligentes acabarán imponiéndose.

Abanderados por la protección de nuestra privacidad, ¿seremos capaces de impedir que los coches frenen automáticamente cuando un peatón se cruce en su camino o que nuestra casa avise a la policía al detectar a una persona desconocida en nuestro salón?. Seguramente no y, sin embargo, esas "cosas inteligentes" dispondrán de decenas de cámaras para analizar todo lo que las rodea, información que será procesada por empresas desconocidas que, potencialmente, podrían utilizarla con fines ilícitos.

Si lo pensáis fríamente, estaremos tan expuestos como cuando enviamos un correo electrónico, chateamos por Whatsapp (podéis preguntar a algunos políticos) o decidimos guardar nuestras fotografías en un servicio de almacenamiento externo. Sin embargo, todos hemos asumido ese riesgo con la esperanza que las leyes protejan nuestra intimidad.

Como decía Obama, "si queremos mejores servicios, tendremos que estar mejor protegidos" Sólo gracias a una legislación adecuada podremos acabar confiando en unos servicios tan útiles como potencialmente indiscretos.

ACTUALIZACIÓN: más de un año después de escribir este artículo, comienza a imponerse un nuevo término "Intelligence of the Things" que tiene la ventaja de tener, precisamente, como acrónimo IoT. Os dejo un artículo en la misma línea que éste, y seguramente mejor, publicado en Digital Trends.

1 comentario: