jueves, 29 de enero de 2015

Excellence as a Service

Se lleva demasiado tiempo hablando de la necesidad de provocar un profundo cambio cultural que permita a los departamento de soporte de una empresa (Calidad, IT, Formación, RRHH, etc.) dejar de ser considerados como "facilities" para transformarse en servicios que aporten valor al negocio.

Algo hemos avanzado, especialmente en lo referente a la concienciación. "Nosotros no tenemos usuarios, tenemos clientes" comentaba uno de los directores de Renfe encargado de llevar el AVE a Sevilla allá por los noventa. "Tenemos que transformarnos en un servicio que aporte valor a la organización" reclamaba un director de IT en el último congreso de ITSMF.

Transformar nuestro vocabulario empleando términos propios del negocio es un buen comienzo pero no es suficiente. Para concienciar a un técnico del Departamento de IT de que los empleados de su empresa no son los enemigos, ni personas caprichosas que no hacen más que pedir con el único fin de molestar, no bastan unas cuantas palabras. Hacer comprender al Director de una empresa que le hacemos ganar más dinero auditando o poniendo no-conformidades tampoco puede lograrse recurriendo a tópicos como la mejora continua o la búsqueda de la excelencia. Hace falta una transformación mucho más profunda, mucho más íntima, mucho más emocional.


Los expertos en motivación dicen que las emociones surgen como consecuencia de tres acciones:
  • La postura
  • El Movimiento
  • El enfoque
Promover la transformación implica una postura positiva. Comenzar a cambiar, levantarnos de la silla, salir de la zona de confort, conlleva movimiento. Pero también debemos canalizar esta nueva energía, enfocarla correctamente para poder cumplir con nuestros objetivos.

sábado, 24 de enero de 2015

Las grandes Redes Sociales buscan acaparar el mercado empresarial

Los grandes actores de Internet han actuado siempre al margen del mercado corporativo. Seguramente su alto potencial de crecimiento ha motivado este menosprecio.

Sin embargo, en los últimos años todos ellos han iniciado una aproximación al mundo empresarial. No en vano, se estima que el mercado de las comunicaciones unificadas empresariales moverá 23.000 millones de dolares en 2019 (fuente...)

Y es una gran noticia para las empresas, especialmente para las pequeñas y medianas empresas pues pueden ahora disponer de unos servicios de alto valor añadido por un coste realmente asequible.

Durante unos años se han dado situaciones un tanto paradójicas en las que los empleados disponían, a nivel personal, de herramientas mucho más poderosas de las que les ofrecía su propia empresa por muy avanzada tecnológicamente que ésta estuviera. Ahora todo ha cambiado. Gracias a los últimos movimientos, cualquier empresa puede lidiar con los mejores buscadores (Google), ofrecer a los empleados un espacio prácticamente ilimitado en la nube (DropBox, Google Drive, OneDrive) o facilitar el trabajo de los equipos y el intercambios de conocimiento  (Slack, Yammer, Google Hangouts). Y todo ello cumpliendo una promesa desde hace demasiado tiempo anhelada: acceder a la información en cualquier momento, desde cualquier lugar y por cualquier medio.

jueves, 8 de enero de 2015

La Edad Oscura

Los que seguís con cierta asiduidad este blog sabéis que, de vez en cuando, me da por recurrir a la historia para explicar algún hecho que considero relevante, especialmente en el mundo de la gestión del conocimiento.

Seguramente muchos de vosotros habréis estudiado historia en el colegio y con ella la sucesión de civilizaciones que fueron dominando el Mediterráneo desde la Edad de Bronce hasta la Edad Media. En este periodo Minoicos, Micénicos, Hititas, Fenicios, Griegos y Romanos se sucedieron en el poder hasta la llegada de los bárbaros.

Sin embargo, existe un lapso de cinco siglos fundamental para entender la evolución de la cultura occidental del que, seguramente, no hayáis tenido noticia alguna. Se le conoce como la Edad Oscura. Permitidme que os hable brevemente sobre él para luego plantear algunas cuestiones más fundamentales.

lunes, 5 de enero de 2015

En Calidad hablamos poco de dinero y esto nos cuesta muy caro

Continuamente me encuentro en los foros con gente que pregunta o se queja sobre la falta de implicación de la Dirección en el SGC. Una buena parte de las respuestas recalca su importancia o la necesidad de hacer partícipes a los diferentes estamentos de la empresa y otras hablan de asociar los objetivos de calidad con los institucionales. Todas están bien encaminadas, pero muy pocas ofrecen soluciones concretas o profundizan lo suficiente en la causa real del problema.

En mi opinión, la única forma de involucrar a la Dirección es hablar en su propio idioma y éste no es otro que el dinero.

En teoría, la promoción de la Mejora Continua o la búsqueda de la Excelencia deberían, por sí solas, garantizar la mejora de los beneficios empresariales haciendo los procesos más eficientes, reduciendo costes, mejorando la productividad y aumentando los márgenes. Pero como toda buena teoría, debemos demostrar su validez día a día con datos experimentales. Tampoco podemos obviar otra de las premisas del método científico: cuando los datos se empeñan en refutar una teoría seguramente debamos cambiarla.

Y es ahí donde la mayor parte de los Departamentos de Calidad exponen con mayor claridad sus carencias, recurriendo a aspectos técnicos o normativos para justificar las medidas planteadas y dando por supuesto que el resto de la organización entenderá que darán beneficios a medio o largo plazo.